El 11 de septiembre chileno, es una fecha que no pasa inadvertida en el calendario de la agenda pública nacional e internacional. El “11 chileno” -como ha sido denominado para diferenciarlo del 11 de septiembre de 2001, fecha en que llevaron a cabo la serie de atentados en Estados Unidos-, nos recuerda (en el sentido de recordis, volver a pasar por el corazón), un golpe de Estado que derrocó al gobierno de la Unidad Popular y dio inicio a una dictadura de casi 17 años. Nuestro 11, ha dejado una marca no solo en la biografía de miles de víctimas de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, sino también en el conjunto de la sociedad. La psicología, en tanto producción y producto social, ha sido una caja de resonancia de este punto de inflexión en el pasado reciente de nuestro país, que continúa teniendo efectos hasta el presente.
La psicología social latinoamericana, corriente que puso en cuestión las condiciones hegemónicas y dominantes a nivel epistemológico de la psicología, con una fuerte influencia de la teología de la liberación y del marxismo dialéctico de finales de la década de los sesenta, tuvo como horizonte emancipatorio develar y cuestionar las formas mismas de producción del conocimiento psicológico, es decir no solo apostar por una “praxis” de una psicología comprometida o activista a partir de la práctica de psicólogos o psicólogas social o políticamente comprometidos/as, sino una psicología que se libera de sí misma y de sus propias formas de opresión y sumisión a la psicología dominante.
En este camino hacia “una psicología social de la liberación” el psicólogo y sacerdote jesuita, Ignacio Martín-Baró, puso el acento en la necesidad del reconocimiento de una identidad latinoamericana y la particularidad del contexto histórico, cultural y político, en las condiciones materiales que producen dominación, violencia, exclusión y, por ende, sufrimiento. En este camino, “Nacho” -como era llamado por sus cercanos- no dudó en cuestionar el “psicologicismo” como una forma que contribuye al fortalecimiento de estructuras que oprimen y que buscan la adaptación del individuo a un orden social establecido, el cual pone el foco del análisis e intervención en aspectos de carácter individual y subjetivos, desatendiendo las condiciones materiales e históricas que los producen (Martín-Baró, 1986). Al realizar su crítica a las formas dominantes de la psicología latinoamericana, Martín-Baró no solo se centró en cuestionar el positivismo, individualismo y el hedonismo de la psicología, sino que relevó el “ahistoricismo” como uno de los problemas más graves de ésta, pues tiende a considerar que la “naturaleza humana tiene un carácter universal” y que por tanto, puede ser analizada e intervenida con conocimientos y metodologías que han sido producido en otras circunstancias y latitudes.
“Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos”, con una letra cuestionadora y una melodía pegajosa, la banda chilena Los Prisioneros, hace una crítica directa a cómo en la década de los ochenta la región latinoamericana y su gente sufre los embates del subdesarrollo, la Guerra Fría y de la dependencia sur-norte. Desde mediados de los años 50, América Latina comenzó a sufrir una serie de intervenciones militares, golpes de Estado, dictaduras y operaciones de inteligencia que coordinaron los aparatos represivos con el apoyo de la CIA, como fue la “Operación Cóndor”, que significaron la persecución política, tortura y desaparición de opositores políticos en distintos países de la región, dejando una grave huella de las sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos y un largo camino para la restitución de las democracias y el cese de la violencia. El mismo Ignacio Martín-Baró, fue asesinado en 1989 en el contexto de la guerra en El Salvador, dejando un legado “bisagra” de su compromiso teórico-práctico para una psicología de la liberación[1].
Pero ¿de qué manera estas críticas a las formas de (re)producción de conocimiento psicológico y el contexto de violencia política de la segunda mitad del siglo XX han tenido eco en el quehacer de la psicología en Chile?
Los vientos de grandes transformaciones sociales y revoluciones tuvieron efectos concretos en nuestro país, y la psicología no fue ajena a ellos. Ya en la década de los sesenta psicólogos/as comenzaron a involucrarse en una nueva concepción del ser humano y a ocuparse por las condiciones de desigualdad como factores preponderantes a la base del padecimiento psicológico.
El trabajo con las comunidades, grupos y el diálogo interdisciplinar tuvieron un auge importante en los sesenta, produciéndose una articulación entre el trabajo de ONG’s y una iglesia que trabajaba en contextos de pobreza y exclusión social inspirada por los planteamientos del Concilio Vaticano II.
Para Krause y colaboradores (2011) el surgimiento de la psicología comunitaria en Chile tiene estrecha relación con el surgimiento de espacios y procesos de participación y reflexión que a la vez eran resultado de los procesos sociales y políticos que vivía el continente y el país; el impacto de la visita y estadía de Paulo Freire en Chile (1964-1969) y las críticas que comienzan a producirse al interior de las universidades que conectan el análisis crítico con el quehacer de la disciplina animan esta emergencia. También acompañaron este proceso de transformación las intervenciones en materia de salud mental poblacional, siendo los programas de salud mental y alcoholismo impulsados por el médico psiquiatra Juan Marconi, en los cuales el análisis e intervención de los problemas desde un enfoque multidimensional, el reconocimiento de la cultura local y la participación fueron configurándose en una clave en los nuevos planteamientos de la intervención psicosocial.
El Golpe junto con derrocar todo un proceso de ebullición social y popular, vino a proscribir estas formas del quehacer psicológico que ponían su foco en la participación comunitaria. Muchos/as profesionales que habían contribuido al desarrollo de estas iniciativas e intervenciones fueron despedidos de sus cargos, perseguidos y vigilados, un ejemplo de ello es lo que relata Gabriel Reyes, director del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile entre 1990 y 1991 en su texto dirigido al claustro académico en 1992 y recuperado con motivo de la conmemoración de los 40 años del Golpe por La Máquina del Tiempo (Reyes, 2013).
Otro lado, más difícil de asumir para la propia disciplina, tuvo que ver con la participación de profesionales de la psicología en la represión política (Riquelme, 2004; Lira, 2008). Alfonso Luco (2016) en su citado artículo de La Máquina del Tiempo nos recordó cómo el Golpe y la dictadura cívico-militar impactaron en el rol del Colegio de Psicólogos en Chile.
Sin embargo, a pesar que el Golpe, la violencia política y sus consecuencias psicosociales, fue y sigue siendo materia de análisis y parte relevante del quehacer disciplinar, hemos investigado y conocido todavía poco sobre cómo impactó en el desarrollo y actuación de la disciplina. Sin lugar a dudas, el Golpe, la dictadura y sus consecuencias -que continúan actuando en el tiempo presente que enfrentamos como sociedad- son tareas que siguen siendo una invitación abierta para la investigación en el campo de la historia de la psicología.
______________________________
Evelyn Hevia Jordán
Psicóloga Universidad de Arte y Ciencias Sociales, Magíster en Historia, U. de Chile, Doctoranda en Historia (Anid-DAAD) Lateinamerika-Institut, Freie Universität Berlin.
Referencias:
Krause, M., Jaramillo, A., Monreal, V., Carvacho, H., & Torres, A. (2011). Historia de la Psicología Comunitaria en Chile: Trayectoria desde la Clandestinidad a la Política Pública. En M. Montero & I. Serrano-García (Eds.), Historias de la psicología comunitaria en América Latina. Participación y Transformación (pp. 115-138). Buenos Aires: Paidós.
Lira, E. (2008). Psicología, ética y seguridad nacional: el rol de los psicólogos. Psykhe,17(2), 5-16. http://dx.doi.org/10.4067/s0718-22282008000200001
Luco, A. (2016). El rol del Colegio de Psicólogos de Chile durante la Dictadura cívico militar. Revista de Psicología, 25(1), 1-8.http://dx.doi.org/10.5354/0719-0581.2016.42246
Martín-Baró, I. (1986). Hacia una psicología de la liberación. Boletín de Psicología (El Salvador), 5(22), 219–231.
Reyes Figueroa, G. (2013). A cuarenta años del Golpe de Estado en Chile: un relato puertas adentro. Revista de Psicología, 22(2), 128-130.http://dx.doi.org/10.5354/0719-0581.2013.30862
Riquelme, H. (2018). Ética profesional en tiempos de crisis. Médicos y psicólogos en las dictaduras de América del Sur. Polis (Santiago), 0(8). doi: http://dx.doi.org/10.32735/S0718-6568/2004-N8-307
[1] Para conocer más sobre Ignacio Martín-Baró, sugiero consultar el repositorio disponible en: https://www.uca.edu.sv/coleccion-digital-IMB/